Izquierdas y derechas

Yo pensaba que el concepto de izquierda se reducía a comunismo y el de la derecha al capitalismo. Una vez, con cámara grabadora en mano, me puse a preguntarle a la gente en la universidad qué era la izquierda y qué era la derecha.

La respuesta de casi todos fue la misma: La izquierda es comunismo y la derecha es capitalismo. Pero algo me decía que la cuestión no era tan sencilla.

Decidí hacerle caso a mi intuición y empecé a buscar un experto que me pudiera resolver la duda. Me fui a la carrera de ciencia política y encontré a un profesor que, aparte de ser abogado y de tener dos maestrías, es doctor en ciencia política: Hernando Llano Ángel.

Llano Ángel me explicó que no había un “acuerdo doctrinario unánime acerca de qué es una ideología específicamente de derecha y otra específicamente de izquierda”. Es decir, ni siquiera hay consenso entre los expertos. Por ejemplo, un gobierno o un régimen puede declararse de izquierda, pero no necesariamente tiene que serlo.

O, por lo menos, no todos los expertos coinciden en afirmar que dicho régimen sea de izquierda. Algunos podrían ubicarlo en la derecha. Además de que no existe una izquierda, sino izquierdas (no toda izquierda es comunista), ni existe una derecha, sino derechas (hay distintas clases de capitalismo).

El modelo de izquierda que se aplica en Venezuela no es el mismo que aplicó Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil o Tabaré Vásquez y Pepe Mujica en Uruguay, etc.

Un ejemplo muy diciente es el de Teodoro Petkoff en Venezuela. Petkoff es un destacado político y economista de izquierda, miembro fundador del Movimiento Al Socialismo (MAS), donde militó hasta 1998, cuando una línea de su partido decidió apoyar la candidatura de Hugo Chávez. A partir de ese entonces se dedicó al periodismo y ha sido uno de los más duros críticos del régimen chavista.

Teodoro Petkoff fue galardonado en 2015 con el premio Ortega y Gasset y esto fue lo que dijo el expresidente Felipe González sobre él: “Sus opiniones editoriales son dardos en ‘TalCual’, pero ‘TalCual’ también se ahoga y las libertades de la izquierda crítica están tan en peligro como las libertades del pensamiento conservador o del pensamiento de centro”.

Esto es un claro ejemplo de que no existe una izquierda sino izquierdas, así como no existe una derecha sino derechas. En Venezuela no toda la izquierda es chavista, así como en Colombia no toda la derecha es uribista.

Según el profesor Hernando Llano en términos generales existen unos principios que definen, parcialmente, a la derecha o a la izquierda. La derecha pregona los valores del orden, la seguridad, la jerarquía y tiende a defender el statu quo, por lo que está bien representada por los partidos conservadores (en Colombia es evidente).

La izquierda pregona los valores de libertad, ausencia de jerarquías y la búsqueda de la igualdad. Pero el autoritarismo y el caudillismo no discrimina, puede ser de izquierda o de derecha.

Simbolismos religiosos para una lucha social

Yo llevo todos los días una cadena alrededor del cuello con una medalla de la Virgen de Guadalupe. Hace dos años que no me la quito. También me he ataviado con escapularios, camándulas y denarios. Cargo en mi billetera un papel en el que escribí la oración de San Francisco (“Señor, hazme un instrumento de tu paz…”). Tengo en mi mesa de noche una imagen de la inmaculada concepción, un librito de la novena a María Auxiliadora, una imagen de Jesucristo con la oración a la divina misericordia, el Padre Nuestro y un velón. En la pared detrás de la cama donde duermo cuelga un cuadro con la imagen de la Virgen de Fátima, leo frecuentemente capítulos de La imitación de Cristo (el segundo libro católico más editado después de la Biblia), he leído los salmos varias veces, El Sermón de la Montaña me parece un texto de una belleza inconmensurable y escucho música religiosa: cantos gregorianos, el Ave María en las distintas versiones (mi preferida es la de Marian Anderson, contralto, luchadora social y “madre espiritual de todos los cantantes líricos negros”), Jesús es mi pastor (Leo Dan), Sublime adoración (Diana Carolina Ramírez), Iglesia (Lilly Goodman) y Por qué tengo miedo (Hermana Glenda). Cuando estoy muy ansioso, me acuesto, cierro los ojos y me relajo al ritmo de las alabanzas cristianas con arpas celestiales.

Esto a simple vista es una contradicción de mi discurso. No pertenezco a ninguna religión, no creo en ellas, estoy seguro de que han sido una tragedia para la humanidad, especialmente el monoteísmo, que el daño es insondable y no se puede describir enteramente con palabras, que son poderes opresores y que han sido instrumentos de dominación y manipulación de masas. Sin embargo, admiro las expresiones artísticas religiosas y me deleitan. Son arte y no dogma. La Biblia, por ejemplo, tiene un valor literario inmenso y, como toda buena literatura, es una realidad ficcionada, que se presta para distintas interpretaciones, que puede ayudar a entender el mundo y la condición humana, pero que no contiene la verdad absoluta, ni fue escrita por inspiración divina, ni cayó del cielo, ni puede ser la constitución política de ningún país, ni el manual de convivencia de ningún colegio (como lo proponían en las manifestaciones homofóbicas del 10 de agosto) ni puede ser jurisprudencia de ninguna sociedad (la mezcla entre religión y política ha demostrado ser igual de peligrosa que la mezcla entre alcohol y gasolina).

Pero además, caí en la cuenta, hace poco, y gracias a Madonna, de que los simbolismos religiosos se pueden utilizar como parte de una lucha social que propugna por los derechos de unos grupos de personas que han sido oprimidas por las religiones.

Truth or Dare (la verdad o te atreves) es un revolucionario y escandaloso documental de 1991 que da cuenta de la inmensa lucha de la cantante Madonna a favor de la libertad de expresión, que incluye, por supuesto, las libertades sexuales y los derechos de la población LGBTI. De hecho, como ella misma lo dice, no es la mejor cantante, ni la mejor bailarina, pero es capaz de fusionar todos los elementos de su puesta en escena para transmitir su mensaje. Y si se fijan, ella ha recurrido a los símbolos cristianos durante todas las etapas de su carrera para criticar la opresión religiosa, pero también para enviar el mensaje de que está bien ser diferente y de que los diferentes no son odiados por Dios. A diferencia de lo que muchos podrían pensar, Madonna cree en Dios y Truth or Dare da fe de ello: se le ve orando junto a todos sus bailarines antes de cada concierto y presentación.

Por causalidades de la vida, el tema de Madonna que más me gusta es Like a prayer, canción y video que hace una crítica al catolicismo a través de una mezcla de textos litúrgicos, símbolos cristianos, elementos de música góspel, coros, pop, rock e insinuaciones sexuales. Por supuesto, que el Vaticano y otros representantes de la mojigatería opresora pegaron el grito en el cielo. Pero a ella le ha sobrado carácter para hacerle frente a todos los tipos de poderes que han tratado de censurarla.

En junio pasado, durante su presentación en los Billboard Music Awards 2016, Madonna cantó Nothing compares to you, en homenaje a Prince, con tres camándulas plateadas en la mano izquierda y con tres grandes camándulas plateadas que colgaban de su cuello.

El arte transforma, no solo entretiene. Y por eso, para mí, los verdaderos artistas son luchadores sociales, asumen una causa justa, toman partido y defienden su postura política sin temor a perder simpatías. “I can’t do both sides”, dijo Madonna el 07 de noviembre pasado, un día antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en un improvisado concierto al aire libre en New York que le dedicó a Hillary Clinton. Les dijo a sus rebel hearts, como llama a sus fans, en referencia a su último tour, Corazones Rebeldes, que debían siempre vencer la opresión a través del amor y el arte.

Madonna nunca morirá, pues como dijo José Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de vida…”. Y ella lo ha hecho con creces. Y debemos reconocer y agradecer a quienes han trabajado por un mundo más libre y justo.

En vista de que aprecio el arte religioso, lo voy a utilizar a favor de mi lucha social. Decoraré mi cuerpo con accesorios religiosos y los fusionaré con símbolos LGBTI. El mensaje es claro: se puede ser LGBTI y ejercer nuestra verdadera sexualidad sin temor a ser odiados por Dios. Los no heterosexuales podemos creer en Dios, podemos ser amados por Dios y podemos profesar la filosofía cristiana: la idea de la no violencia, de la no venganza, de no pagar mal por mal, de practicar la misericordia, de no juzgar, de ayudar a quienes más lo necesitan, de ser instrumentos de paz, de dar amor donde haya odio, de perdonar las ofensas, de dar esperanza donde haya desesperación, de ser la luz en medio de las tinieblas, de dar alegría donde haya tristeza, de consolar antes de ser consolados, de comprender antes de ser comprendidos, de amar antes de ser amado, etc.

“Poor is the man whose pleasure depends on the permission of another”, Madonna.

El “buen nombre” de las universidades

Si a una universidad le preocupa mucho su “buen nombre”, pues no es más que cualquier pelele vanidoso que vive de las apariencias y que está buscando la aprobación de los demás en todo lo que hace y dice. Pero esa es la realidad. Un sistema basado en la competencia pervierte la educación y le da más importancia a la forma que al fondo. Las universidades son como cualquier empresa: invierten en mercadeo porque necesitan clientes. Y se mueren por contratar gente de mostrar, así sean malos profesores y no tengan tiempo suficiente para la docencia (son muy “importantes” y tienen muchas cosas qué hacer, entonces la docencia pasa a un segundo plano, se convierte en un hobby). Título de la obra: el sistema educativo reproduciendo las mismas mañas de una sociedad donde predomina la mediocridad, el individualismo, la codicia, la vanidad, y el amor al poder, el amor a ubicarse por encima de los demás para poder mirarlo por debajo del hombro.

Periodistas periodistas

No confundamos: el presentador no es periodista, es presentador. El animador no es periodista, es animador. El community manager no es periodista, es community manager. El comentador no es periodista, es comentador.

El comunicador organizacional no es periodista, es comunicador organizacional. Claudia Gurisatti no es periodista, es Claudia Gurisatti, encargada de comunicaciones de la Organización Ardila Lülle. Estudiar comunicación social no te hace periodista, así como estudiar literatura no te hace literato, ni estudiar filosofía te hace filósofo. Periodistas son: Daniel Coronell, Yohir Akerman, Olga Behar, Alfredo Molano Bravo, Cecilia Orozco Tascón, etc.

Llamar periodista a todo aquel que aparece en un medio de comunicación es insultar al verdadero periodista, al que le toca ser “guardián de la democracia”, al que le toca vigilar al poder, al que le toca arriesgar su vida, al que le toca hacer todo lo posible por darle voz a quienes no tienen voz, al que le toca cultivar su inteligencia y su creatividad, al que le toca esforzarse todos los días por documentarse, al que le toca investigar minuciosamente (la investigación es inherente al periodismo), al que le toca tener toda la paciencia del mundo, al que le toca aguantar insultos y malos tratos, al que le toca no dejarse tentar por los poderes políticos y económicos (la ética es inherente al buen periodismo), etc.

El periodista, generalmente, no tiene horario de entrada ni de salida. Como alguna vez se lo escuché a un gran periodista: Nunca se deja de ser periodista, ni siquiera en el tiempo libre. El periodista es siempre y en todo momento periodista.

Coincido con Max Weber cuando dice que “…pocas gentes saben apreciar que la responsabilidad del periodista es mucho mayor que la del sabio y que, por término medio, el sentido de la responsabilidad del periodista honrado en nada le cede al de cualquier otro intelectual”.

Coincido con Gabriel García Márquez en que la verdadera esencia del periodismo es la reportería. El reportero raso, el “cargaladrillos”, es el que tiene la responsabilidad más grande. Es mucho más fácil escribir notas editoriales y artículos de opinión (que no hayan requerido reportería) que hacer un reportaje, crónica o documental.

Señores periodistas, verdaderos periodistas, reivindiquen la esencia de su oficio por favor. Expliquen públicamente, cada vez que puedan, lo que es el periodismo y lo difícil que es hacerlo. Quéjense cuando se le llame periodista a quien no lo sea. Contraríen al baboso que se cree periodista cuando en realidad no hace periodismo, ni sabe qué es el periodismo, etc.

“Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”, Gabriel García Márquez.

Nota aclaratoria: Yo no soy periodista, ni dejo que se refieran a mí como periodista. Yo respeto enormemente ese oficio.