#EstudienVagos

El uribismo es un taller de mentiras, tergiversaciones e hipérboles. Y entre menos haya uno estudiado, más fácil cae preso de esas mentiras, tergiversaciones e hipérboles. Por eso, esa recomendación de “estudien, vagos” que nos hizo la ilustre María Fernanda Cabal constituye un autotentado.
Si yo no hubiera estudiado un poco, le habría creído a María Fernanda Cabal cuando dijo, sin asomo de vergüenza, que la función social de la propiedad rural había sido un invento del M-19. Por fortuna, y gracias a la clase de democracia en el colegio, yo sabía que la función social de la propiedad rural fue contemplada en la reforma agraria de 1936. Y, además, sabía, porque he estudiado, que el M-19 nació a raíz del fraude de las elecciones presidenciales de 1970, un hecho muy posterior al gobierno de López Pumarejo.

Si yo no leyera ni estudiara, creería que Andrés Felipe Arias es víctima de una persecución política, por haber sido rival de Santos en 2010, como ha dicho el uribismo en Estados Unidos. Pero como he leído y he estudiado, sé que él no fue rival de Santos, porque perdió la consulta del Partido Conservador contra Noemí Sanín. Y también sé que su proceso es anterior al gobierno de Santos (la Procuraduría, por ejemplo, anunció la investigación en su contra en octubre de 2009, cuando Uribe era presidente).

Si yo no leyera ni estudiara, le habría creído a Samuel Hoyos cuando dijo en Semana en vivo (13 de marzo) que las Farc no habían entregado niños. Pero como había leído y estudiado, sabía que para esa fecha las Farc ya habían entregado dos grupos de niños al Icbf. Y como he leído y he estudiado, sé que eso no lo muestran en medios de comunicación no porque no haya ocurrido, como dicen los uribistas, sino porque la ley lo prohíbe.

Si yo no leyera ni estudiara, le habría creído a Jaime Amín, senador del Centro Democrático, cuando dijo en Semana en vivo que las exministras Gina Parody y Cecilia Álvarez estaban prófugas de la justicia. Las exministras se fueron para Nueva York antes de que se les abriera indagación preliminar por el caso Odebrecht y no pueden estar prófugas porque hasta ahora no han incumplido con ninguna obligación de carácter legal.

Si no leyera ni estudiara, le habría creído al senador Cabrales cuando dijo que la avalancha que destruyó parte de Mocoa había sido ocasionada por las Farc. Si no leyera ni estudiara, creería que los acuerdos de paz le entregaron el país al castrochavismo y que en Colombia nunca hubo un conflicto armado.

“Me encanta que los uribistas tiren piedras contra su propio tejado y no se den cuenta. En un sondeo hecho en el 2008, resultó que mientras más educación superior tenía una persona, menos confiaba en Uribe”, escribió Mario Jursich Durán en su muro en Facebook el 12 de abril.

Nota: La Silla Vacía concluyó que solo 3 de las 27 afirmaciones que contiene la carta uribista al Congreso de Estado Unidos son ciertas.

Peor que el opio I

Definir la religión en una sola palabra es imposible. Yo necesitaría varias: guerra, división, poder, opresión, discriminación, codicia, engaño, estafa, brutalidad, homogenización, muerte, miedo, culpa, crueldad, manipulación de masas, estupidez, etc.
Yo me empecé a dar cuenta de esto cuando tenía 12 años y le escuché decir a un sacerdote que el “peor de los pecados es seguir nuestra propia voluntad”. Me sonó ridículo; sin embargo, atendí su recomendación, que solo me sirvió para ratificar la ridiculez de la afirmación. Hoy por hoy sé que es una estrategia de miedo y culpa al servicio de la manipulación y del secuestro de la razón y la inteligencia.

Desde ese entonces le puse un manto de duda a las creencias religiosas, pero fue tiempo después que me enfrenté a su crueldad y maledicencia. Una tía que estaba muriendo de cáncer, agobiada, temerosa, decide ir a confesarse. En lugar de hacerle bien, la destrozaron. Resulta que el sacerdote no le dio la absolución porque ella estaba “casada con un hombre casado”. Mentiras, ella estaba casada con un hombre divorciado. Lo que pasa es que para el dogma católico el divorcio no existe (existe la anulación del matrimonio, que no es lo mismo).

Tiempo después, por idiota, decidí acercarme a la iglesia católica a ver si me ayudaba a cargar con una cruz muy pesada que tenía a cuestas. Fue peor el remedio que la enfermedad. Resulta que terminé metido en un grupo de oración en el que me recomendaron ver en internet unos testimonios de gente que había salido de valles oscuros gracias a la profesión de las ideas fundamentalistas católicas. Resumo los testimonios en una sola frase: Todo es malo, todo es pecado, todo es una trampa del diablo, de todo somos culpables y por eso merecemos todo lo malo. Pero lo “bueno” es que tenemos el amor castigador, miedoso y “misericordioso” de Dios (siempre y cuando sigamos los preceptos al pie de la letra). Casi me terminan de hundir: alcancé a pensar que estaba poseído por un demonio.

Mi última gran decepción de la iglesia católica fue hace muy poco. Cuando cree uno que van a empezar a reivindicarse por todos los asesinatos, guerras y sometimientos, resulta que deciden asumir una postura neutra en el plebiscito. ¡Cómo es posible que, teniendo una cuota de responsabilidad tan alta en la violencia colombiana, decidan ser neutros! ¡Cómo es posible que no hayan ayudado a parar una guerra, a sacar a tanta gente de ese infierno, teniendo el poder de hacerlo y a sabiendas de que la población colombiana no tiene el nivel educativo para tomar una decisión de esa envergadura! ¡Pusilánimes! Y Les recuerdo que, como dijo Desmond Tutu, “si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

Nota: Por supuesto que hay gente valiosa y valiente dentro de la iglesia católica. Ejemplo: Francisco de Roux: “La fe se demuestra en la lucha por la justicia”.

El tiempo: ¿Marchar yo?

¿Marchar yo?

Me acaban de proponer que escriba un texto en forma de carta que explique qué razones tengo o no tengo para participar de la marcha del 1 de abril convocada por sectores afines al uribismo. Me preguntan que si estoy a favor o en contra. Y me ofendí. Me ofendí porque no esperaría que quien me conoce, así sea un poco, se atreva a pensar que voy a ir a marchar contra la corrupción a una movilización convocada y organizada por corruptos.

No soy tan ingenuo de dejarme azuzar los odios por un sector que, como siempre, encuentra en el ataque su mejor defensa. Y esta marcha no es la excepción. Esta movilización no es un acto digno de resistencia sino de ofensa, porque atacando y avivando odios es como reina la confusión. Y no tienen otra forma, solo confundiendo pueden redimir sus 27 escándalos de corrupción.

Esta movilización no es un acto digno de resistencia sino de ofensa, porque atacando y avivando odios es como reina la confusión

“Confunde y reinarás”. Y ellos lo saben perfectamente. Y aquí hemos estado confundidos y por eso le seguimos dando poder al poder, así este sea inicuo, mediocre, codicioso e insolidario (no me crean a mí, estudien la historia de violencia de este país y sus desastrosos indicadores sociales).

Mi actitud crítica frente a la vida y mi animadversión hacia el dogma deberían decir que jamás secundaría a un grupo político que encarna los antivalores y vicios culturales que tanto repudio de esta sociedad: machismo, fundamentalismo religioso, homofobia, clasismo, racismo, codicia, maniqueísmo, superstición, etc. “El vivo vive del bobo”, “A papaya dada, papaya partida”, “No se deje de nadie, péguele más duro”, “Le voy a dar en la cara, marica”, “Ojo por ojo y diente por diente” y demás virtudes del ‘dios’ ufanado.

Salir el sábado a marchar sería legitimar la corrupción y reforzar el mensaje de que nuestras mismas acciones parecen más sucias cuando son realizadas por los demás. No voy a apoyar a los responsables de que yo haya sufrido en la niñez y en la adolescencia de una terrible opresión por no ser lo suficientemente “macho” como para colarme en una fila, hacer trampa en un examen, copiar la tarea, buscar resúmenes en internet en lugar de leer el libro, pasarme los semáforos en rojo, exceder los límites de velocidad, aprovechar el ‘papayaso’, dármelas de “vivo”, etc. No, yo no. No soy así y no lo seré nunca. Y estoy seguro de que esa mal llamada “malicia indígena” de la que tanto nos enorgullecemos y que llevamos en nuestro ADN cultural es la causa del desastre.

¿Marchar yo? NO. Y a los que convocan a marchar este sábado les digo:

“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”, Abraham Lincoln.

*Federico Acevedo, comunicador social de la Pontificia Universidad Javeriana.

http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/argumentos-a-favor-y-en-contra-de-la-marcha-contra-la-corrupcion-73766