El “sucio” grafiti

La semana pasada le pintaron a un bus de TransMilenio un grafiti con el siguiente mensaje: “No [al] aumento (…) Ratas” (en referencia al aumento de la tarifa que entrará en vigencia el 01 de abril). Mi humilde reacción fue compartir la noticia en Facebook y hacer el siguiente comentario: “Me encanta. Felicito a estos valientes genios. Apoyo este acto de ‘vandalismo’”. Por supuesto que me llovieron críticas, pero la que más me llamó la atención fue la de una amiga, inteligente, estudiada y de muy buen corazón, que me dijo que esa acción no era “constructiva”. Por un momento le di la razón, pero después caí en la cuenta de que ese tipo de acciones sí ayudan a construir una ciudadanía políticamente activa.

Esa acción de protesta sirvió para poner los reflectores sobre el carácter justo o injusto del incremento de la tarifa de TransMilenio. Gracias a ella, hubo más gente hablando del tema, más gente indignada, más gente debatiendo y más gente averiguando y aportando información. Para la muestra, un botón: Federico. Pasé de no saber nada al respecto a investigar y a entender por qué el sistema de transporte masivo de Bogotá es tan costoso, si se compara con el de otras ciudades, como Buenos Aires o Ciudad de México; aprendí que la autosostenibilidad del transporte público es una ley del fundamentalismo neoliberal y no del “orden natural de Dios”; comparé el incremento porcentual del pasaje en TransMilenio y en SITP con el del salario mínimo y la inflación, etc.

Sin embargo, yo comprendo que el grafiti sea visto con malos ojos por mi amiga (y seguramente por la gran mayoría de la gente que me rodea). A nosotros nos enseñaron a ver el grafiti (de carácter satírico y crítico) como una forma de expresión sucia, fea y despreciable. Y nos enseñaron que los autores de los grafitis eran igualmente sucios, feos y despreciables. Nos enseñaron que el grafiti es “de mal gusto”, pero que, en cambio, la valla publicitaria de Studio F es linda y denota progreso y desarrollo (cuando lo único que hace es incentivar el consumo irracional).

Por eso mismo, me pareció muy normal que un amigo me dijera que “legitimar el vandalismo como forma de protesta” era una incoherencia en mi discurso. Y esto fue lo que le respondí: “Si apoyar el grafiti, como forma de protesta, expresión de indignación y manifestación urbana, me hace incoherente, entonces lo soy. Soy incoherente. Y, así como los magnates tienen derecho a regar su propaganda a través de sus medios de comunicación y vallas publicitarias, considero razonable que la gente se queje y proteste a través del espacio público”.

Nota: Si quieren profundizar sobre este tema, estudien la obra de Armando Silva (escritor, semiólogo y doctor en literatura comparada de la Universidad de California).

PROVISER dignifica la gestión del guarda

La mezcla precisa de tecnología, capital humano y procedimientos hacen de PROVISER el lugar donde la seguridad se vive diferente.

 

Las precarias condiciones de trabajo y la arraigada desconfianza sobre el personal de seguridad crearon un paradigma negativo alrededor del guarda que Wilson Negrete, presidente de PROVISER LTDA., se ha empeñado en cambiar:   “Hay que dignificar la gestión del guarda, que entienda que lo que hace es muy importante”, afirma.

 

Esto es precisamente lo que hizo PROVISER, la compañía de seguridad caleña que, en unión temporal con dos empresas de Bogotá, es responsable de la Seguridad Aeronáutica en todo el país. Los guardas en PROVISER entienden que su labor es tan importante para salvar y proteger vidas que merecen las mejores condiciones laborales y la actualización constante en sus conocimientos. Por eso PROVISER cuenta con un programa de formación interno que busca el desarrollo integral de los empleados enfocándose en los frentes administrativo, operativo, psicosocial y de salud integral.

 

La labor del guarda es tan importante que PROVISER ha diseñado un esquema novedoso de supervisión. Para lograrlo cuenta con tecnología de punta que le garantiza a sus clientes que la labor se está cumpliendo. Además tienen claro que la aplicación de la tecnología reduce el error humano, lo que es fundamental para trabajar en el punto central de la seguridad: la prevención. Tanto es así, que en 2011 crearon una empresa desarrolladora de soluciones en seguridad llamada NASS, que ofrece la mejor tecnología del mercado.

 

PROVISER tiene claro que el arma sirve para reaccionar, pero la tecnología permite tener información oportuna y la atención de eventos en tiempo real. Todos los guardas de la compañía poseen un dispositivo llamado Bastón de Rondas que permite que la central de operaciones conozca en tiempo real la marcación de cada uno de los puntos del perímetro que debe cubrir el personal de seguridad. Además este dispositivo posibilita la comunicación bidireccional (central de operaciones-guarda) y tiene un botón de pánico y uno de solicitud de llamadas para soporte y asistencia.

 

PROVISER está verdaderamente a la vanguardia en tecnología: es la única empresa de seguridad de la ciudad que tiene un formato personalizado de actividades diarias (formulario en google), que le da la opción al cliente de tener un reporte diario sobre la gestión en seguridad. También cuenta con una plataforma que tiene georreferenciado a todos sus clientes las 24 horas. Esto le permite a la central de operaciones monitorear las labores de los supervisores y del personal administrativo, pues cada uno de ellos porta un GPS. Y por si fuera poco, la empresa adquirió recientemente radios digitales, también con GPS, que posibilita una comunicación más nítida con la central de operaciones. Es decir, la localización del personal y la comunicación con la central de operaciones es redundante, como lo debe ser todo en el sector de la vigilancia y la seguridad privada. Esto PROVISER lo sabe mejor que nadie.

 

PROVISER tiene la mejor receta: hombres mejor entrenados, procedimientos adecuados y tecnología de punta. Por eso se dice que es el lugar donde la seguridad se vive diferente.

 

Destacado 1 (puede ser un pie de foto)

 

PROVISER LTDA es una compañía caleña de protección, vigilancia y seguridad privada que opera a nivel nacional. Tiene una trayectoria de 24 años y está certificada por BASC en la versión 3-2008, ISO9001:2008 e ISO28000:2007.

 

Destacado 2

 

Información de contacto

 

Página web: www.proviser.com.co

Fan page en Facebook: Proviser Ltda.

PBX: 57 (2) 4858289

Dirección: Calle 24N #5B-05. Barrio San Vicente-Cali.

 

 

 

 

(formulario en diario sobre la gestimato personalizado de actividades diarias (formulario en

 

 

En la paz de la nada

Mi gran contribución al planeta Tierra será no reproducirme y no volver a comer animales (me siento como un verdadero santo). La producción industrial de casi todos los bienes de consumo (incluida la producción industrial de animales) es desastrosa para el medio ambiente y está acabando con los recursos naturales, que son limitados aunque los codiciosos no lo crean. Por eso es importante disminuir la tasa de natalidad.
También es importante desestimular el consumismo descarado que nos impuso un sistema económico que cree que a mayor consumo, mayor bienestar. Y que juzga a la gente de acuerdo con lo que consume. Y que es tan depredador que invierte lo que tenga que invertir para que la gente consuma lujos, que terminan convirtiéndose en necesidades y después en obligaciones. Y que es tan degenerado que llegó a la brillante idea de la obsolescencia programada.

Me parece casi un crimen traer hijos al mundo, sobre todo si no están dadas las condiciones económicas y emocionales para que ese ser humano viva con el menor sufrimiento posible (incluye tener tiempo para criarlos para que no terminen formando sociópatas). Tampoco le encuentro mucho sentido a la vida (desde el punto de vista científico la vida no tiene ningún sentido). Por eso prefiero que dejen a la gente en la paz de la nada y que no la traigan a trabajar como mulas, a envejecer (con todo el sufrimiento que implica la vejez) y a morir. Eso si antes no mueren de forma violenta o por una enfermedad agonizante (si no tienen la fortuna de que un infarto fulminante los mate). Y lo que es peor: ver morir a los seres queridos (incluyendo a las mascotas, por supuesto). Ahórrenle ese sufrimiento a ese ser humano en potencia.

Por esta y otras razones estoy de acuerdo con el aborto en todos los casos (practicado por profesionales en el momento indicado para que el feto no sienta dolor). Y no es una contradicción oponerme a la tauromaquia y defender el aborto, como me han dicho por ahí. Precisamente porque siento tanta empatía ante al sufrimiento es que prefiero que ese ser no nacido no llegue a nacer nunca (no tiene consciencia, no sabe que va a morir y no siente dolor). También es empatía ante el sufrimiento de una madre que no está en condiciones de criar un hijo en un mundo tan injusto.

Generalmente, cuando le digo a alguien que no voy a tener hijos, me pregunta: “¿Entonces se va a quedar solo?”. Y yo respondo: “Sí, señor(a), me voy a quedar solo. Traer una persona al mundo por miedo a la soledad es un acto mezquino que no quiero cometer”. Y también lo es tener un bebé por ganas de muñequear (amo los niños y me divierto mucho con ellos, pero esa no es razón suficiente).

Nota: si el deseo de tener hijos es muy fuerte, pues al menos tengan la sensatez de tener uno solo (más es manada). Y adoptar también es una posibilidad y es uno de los más grandes actos de amor.

¡Qué me falte el amor pero no mis amigos

No pienso descuidar a mis amigos cuando esté perdido en el amor. Me lo prometí a mí mismo y se lo prometí a ellos. Aprendí de la experiencia ajena que el amor casi siempre se esfuma y que los amigos y la familia se convierten en el único refugio seguro para evitar morir de desamor.

Siempre dicen que los amigos son la familia por elección. Y es verdad. No escogemos a nuestros familiares de sangre pero sí a nuestros amigos. Y con ellos compartimos “la afinidad en las ideas, los sentimientos o las inclinaciones”, como lo afirmó Octavio Paz.

Las probabilidades de que una amistad, una verdadera amistad, dure más que un amor son muy altas. Basta haber vivido unos cuantos años para darse cuenta de esto.

El amor puede durar toda la vida, pero lo más probable es que no; lo más probable es que florezca y se marchite en un tiempo fugaz (idea central de El amor en los tiempos del cólera).

El amor empieza por los ojos, por la superficialidad, por una atracción física que lleva al erotismo. En cambio, la amistad no tiene nada de superficial, a menos de que sea por interés, lo que no sería una verdadera amistad. La amistad es genuina, recíproca y está dispuesta a aguantar las buenas y las malas. Es un lugar común decir que los amigos son los que están en las malas. Yo, en cambio, creo que es en las buenas que se manifiesta la verdadera amistad. En las buenas se da uno cuenta quién no disfraza la rivalidad de amistad y quién se alegra verdaderamente con nuestra felicidad. La competencia no es amistad, es rivalidad. Y la rivalidad busca derrotar al otro. Por eso la amistad es  inherente a la cooperación. Quienes compiten con nosotros se alegran, consciente o inconscientemente, con nuestra desgracia, pues les sirve de consuelo para sobrevivir a su propia desgracia.

Me di cuenta de que Aristóteles tenía razón cuando afirmó que la amistad es “la cosa más necesaria de la vida”, cuando sentí que lo único que me daba verdadera felicidad era compartir tiempo con ellos. Cuando todo me decepcionó, ellos no me decepcionaron. La vida, que es una escuela de desengaños, solo me apetecía para compartir con ellos.

Desgraciadamente tengo una tendencia al encierro que empeora con los años. Cada vez que tengo que salir, sufro. Quisiera que mi vida social se limitara a una reunión semanal con mis amigos en la casa de alguno de ellos. Me despierto contento cuando sé que los voy a ver. Y por eso soy el más leal. Me alegro con sus triunfos y me entristezco con sus derrotas. Me reconforta pensar que los tengo, me da seguridad. En esta selva, siento que solo sobreviviré si cuento con su apoyo.

Cuando me siento derrotado, me aferro a la idea de seguir luchando para recompensarlos. Quiero vida, salud y dinero para compartir con ellos. No quiero lujos, quiero tiempo y energía para reírme en su compañía. Quiero recompensarlos por toda la felicidad que me generan. Me encanta la idea de socorrerlos y de ser socorrido por ellos. Me encanta la idea de tener amigos.

¡Qué me falte el amor pero no mis amigos!

¡Qué rico sería tener un cuerpazo!

No podemos ser tan ingenuos de negar que vivimos bajo la dictadura del cuerpo “perfecto” del hombre gay. Yo he sentido la presión de ese régimen dictatorial y por eso también sueño con tener un cuerpazo. Cuando digo “cuerpazo” me refiero al cuerpo de Zack Efron, al de los modelos que posan en ropa interior, al de los actores de películas porno o al de los protagonistas de cualquier novela de Televisa. Me encantaría tener los músculos marcados, unas piernas un poco más gruesas y tonificadas y unos bíceps y tríceps que sobresalieran. Además de tener la famosa chocolatina o six pack en mi abdomen. Lo he intentado muchas veces, me lo he prometido a mí mismo, me lo pongo como meta, pero, aun así, no lo logro.

 

Después de cavilar hasta el dolor de cabeza he descubierto que no lo he podido lograr porque no estoy dispuesto a pagar el precio por tenerlo. Primero, porque mi genética no da para tanto y entonces me tocaría esforzarme sobremanera; además de que me tocaría recurrir a ayudas que son muy costosas y hasta peligrosas. Y no me refiero solo a los anabólicos, sino a los costosos tarros de proteínas y aminoácidos. Y eso que no mencioné la rigurosas dietas que hay que seguir al pie de la letra y que son una prueba casi infranqueable para mi voluntad. Una vez escuché a un asiduo visitante de los gimnasios decir que algunos se aplicaban unas sustancias menos costosas para aumentar la masa muscular. Por ejemplo: hormonas para toros. Yo sinceramente no estoy dispuesto a arriesgar mi salud de esa manera.

 

Pero ¿de dónde salió ese imperativo por tener el cuerpo “perfecto”? ¿Cómo se consolidó esa dictadura del culto al cuerpo del hombre homosexual? Me puse en la tarea de investigar y encontré que hay varios motivos: 1. Según el antropólogo Ignacio Pichardo, en su artículo  Identidad, cuerpo, exclusión y gays, hay un modelo de cuerpo hipermasculino que el hombre homosexual adoptó en oposición al “afeminamiento” que los heterosexuales esperan del hombre gay. Es decir, “intentar por todos los medios que no se les note que son homosexuales”. Esto, por supuesto, contribuye a enraizar el machismo y la homofobia; 2. Pichardo también menciona que por la aparición del SIDA el hombre homosexual tuvo “la necesidad de dar una imagen saludable para que nadie piense que está enfermo, lo cual reduciría las posibilidades de encontrar parejas sexuales”; 3. El académico también menciona que “el tiempo y el dinero que el gay ahorra en gestionar una familia lo invierte en gestionar su sexualidad”. Evidentemente esto va a ir cambiando a medida que aumenten las posibilidades legales de que las parejas del mismo sexo puedan casarse, adoptar niños y consolidar una familia.

 

La dictadura del cuerpo “perfecto” del hombre gay nos ha llevado a todos a querer cumplir con ese objetivo. La publicidad nos miente con cuerpos artificiales, por las ayudas que mencioné anteriormente, por las cirugías a las que hay que recurrir, por los estrictos regímenes alimentarios, y por el tiempo que hay que invertir. La mayoría no gozamos de mucho tiempo libre porque hay que sobrevivir. Para muchos, me incluyo, es muy difícil sacrificar tiempo —que no vuelve, cada segundo estamos más cerca de la muerte— en un gimnasio. Aunque hay algunos que tienen el tesón, los admiro, de levantarse a las 4 am para alcanzar a ir a “entrenar” antes del trabajo. Hay otros que después de una larga jornada laboral son capaces de esculpir sus cuerpos. ¡A qué horas tienen una vida! Pero a esos también los admiro. Ojalá yo fuera así.

La verdad es que tienen razón los dueños del cuerpazo, o los aspirantes, al decir que “entrenan”, así no compitan en ningún deporte. El sistema, que nos enseña a competir en todo, también nos está enseñando a rivalizar por nuestros cuerpos. Todos queremos tener un cuerpo “mejor”, pues eso nos asegura alabanza. Es decir, es vanidad. Pero no es solo vanidad pura, también es que con un “cuerpazo” tenemos más posibilidades de tener sexo. Detrás de tanto esfuerzo con las pesas, hay un deseo de ser más sexy y, por lo tanto, de aumentar las posibilidades de copular. Muy comprensible. Casi todos buscamos con quien copular, hasta quienes lo niegan. Los que están en una relación estable, quizás no busquen tanto, pero así y todo, la mayoría, siguen detrás de satisfacer sus deseos carnales. No nos digamos mentiras, es un instinto y la monogamia es una construcción social, así como también lo es la belleza. Lo que consideramos una persona atractiva físicamente hoy, no es lo mismo que se consideraba atractivo hace 50 años o hace un siglo o hace dos o hace tres, etc.

En estos días le contaba a unos amigos que después de una mala experiencia que tuve en 2009, no había vuelto a un gimnasio. Lo que sucedió fue que me exigí tanto que se me nubló la vista y se me movió el piso. Afortunadamente no me desmayé. Cuando salí de ese lugar me encontré con una amiga y me preguntó por mi cara pálida. Me asusté porque yo ni enfermo pierdo mi color natural. Desde ese entonces, y por cuenta del conductismo, cada vez que entro a un gimnasio y huelo ese olor particular, me empiezo a marear. En consecuencia he diseñado distintas rutinas en mi casa con la esperanza de lograr el “cuerpazo” o de al menos acercarme a él. Pero mis rutinas caseras son inversamente proporcional al tiempo. Entre más pasa el tiempo, menos dura mi sesión de ejercicios. Lo peor de todo es que desde de que empiezo ya quiero acabar. Y esto es algo que se lo he escuchado a varios. O sea, no soy el único. El caso es que se me dispara la ansiedad. Al parecer eso de las endorfinas y del bienestar que produce el ejercicio no funciona en mí. O tal vez debo encontrar otra forma de actividad física.

 

El deseo por tener el cuerpazo se me amaina por momentos pero no lo logro erradicar por completo porque las redes sociales me lo alimentan todo el tiempo. Sobre todo Instagram. De un momento a otro empecé a ver que todas las fotos que aparecían en mi Instagram correspondían a narcisos que mostraban su cuerpo en un gimnasio o en una playa o en un yate. En consecuencia yo también he querido tomarme la típica foto en frente del espejo de un gimnasio y alzarme la camisa para que se me vean los cuadritos. Pero estoy muy lejos de eso.

 

Al igual que la escritora e intelectual colombiana Carolina Sanín, pienso que “en una sociedad que pretende ser justa la supuesta belleza física no debe ser un valor que otorgue relevancia social. Además que el hacer creer que el estándar de belleza explotado por la publicidad equivale a ‘la belleza’ es un instrumento de manipulación y de la perpetuación de la ignorancia”. Es obvio que se creó un estereotipo con el que la gran mayoría no vamos a poder coincidir, así nos esforcemos.

 

A muchos se les convirtió en una obsesión tratar de tener el cuerpo “perfecto” y esto puede enfermar: vigorexia, anorexia, bulimia, ansiedad, etc. Muchos han declarado sentir culpa cuando no van a “entrenar”. Incluso, llegan al punto de decir que se sienten más flácidos que el día anterior. La mayoría justifican su obsesión argumentando que su culto al cuerpo responde a un deseo de tener más salud. Lo cierto es que esto es poco creíble, ya que para tener buena salud, según la OMS, se recomiendan 150 minutos semanales de actividad física aeróbica, lo que equivale a 21.5 minutos diarios. Y no tienen que ser pesas, ni gimnasio, puede ser una caminata. Pero desgraciadamente la caminata no nos va a proporcionar el cuerpo perfecto. De manera, pues, que eso de la salud es una excusa; para la mayoría. También he escuchado a los caraduras que pregonan que su cuerpo es su “templo” y que por eso lo cuidan. Pero después los ve uno consumiendo licor y toda clase de drogas en las fiestas y ahí sí se les olvida la sacralidad de su templo. Pura vanidad.

 

Yo no soy de los que piensa que se deben prohibir los reinados de belleza, ni la publicidad que utiliza cuerpos “perfectos”. Yo pienso que la solución es la educación. Enseñarle a las niñas y niños que la publicidad es engañosa, mentirosa y que tiene como fin vender. Así tendremos personas más críticas y menos proclives a caer en las trampas de los cuerpos “perfectos”. Sin embargo, sigue siendo difícil abstraerse del mundo y no dejarse permear por todo lo que logran obtener los famosos o los influenciadores en redes sociales con sus esculturales cuerpos. Tener un “cuerpazo” también es una oportunidad de obtener réditos económicos. No lo podemos negar.

 

Mientras tanto yo sigo luchando contra el demonio que me empuja a desear el cuerpo “perfecto”. Soy más débil, banal y superficial de lo que aparento.

 

 

 

 

 

La vitamina que puede “curar” la homosexualidad

Los padres siempre creen que cuando su hijo se está “pudriendo” es porque sus amigos, que son “manzanas podridas”, lo están “pudriendo”. Cada rato escucha uno ese mismo cuento. Quizás sea porque necesitan de ese pajazo mental para liberarse de la responsabilidad de haber criado “mal” a sus hijos. Ese miedo a ser desaprobados como padres los atormenta.

Es muy frecuente que cuando los padres se enteran de que su hijo es homosexual, crean que sus amigos lo están homosexualizando. Acto seguido lo llevan al psicólogo o a una iglesia-secta. Si el psicólogo les quiere sacar dinero, pues empieza a hacerle una terapia de “reconversión” (lo que no existe y por lo tanto no funciona). Si el pastor les quiere sacar dinero, pues también le empieza una terapia de “reconversión” y le muestra casos de exhomosexuales que se “curaron”, así como Nerú, pero que en realidad son reprimidos sexuales. Y en caso de que la terapia no funcione, se saldrán por la tangente: “Es que su hijo no tiene voluntad o no tiene fe”. La estrategia es perfecta. Si yo no tuviera escrúpulos también lo haría, me enriquecería por ese camino fácil, pero, desafortunadamente, tengo un elevado sentido de ética que no me lo permite.

Cuando los padres llevan a sus hijos homosexuales al psicólogo, y si este es un verdadero psicólogo, salen tirando puertas del consultorio. Les da ira escuchar que la conducta sexual no es aprendida, que la homosexualidad es tan solo una orientación sexual más, que no es perversión, ni es antinatural. Generalmente, la gente visita al psicólogo para que este le diga lo que quiere escuchar. Cuando no es así, pues entonces el psicólogo “no sirve para nada”.

Este es el caso de María Lesbia (así se llama, aunque no lo crean) que, muy preocupada por su hija adolescente, la lleva donde una “profesional” de la salud mental después de haberla sorprendido besando a otra niña. Esa psicóloga, que parece que se ganó el título en una rifa, le dice que su hija es muy débil de mente y que por eso se deja influenciar fácilmente por los demás.

Una vecina, que le sirvió de paño de lágrimas a María Lesbia, le aconsejó que la llevara donde un neuropsicólogo para que le mandara una vitamina que supuestamente le iba a fortalecer la mente. María Lesbia, con renovadas esperanzas, pide una cita y la lleva.

Pero lo que no sabía era que el neuropsicólogo infantil no solo no medica sino que le dijo que no existía ninguna vitamina, ni medicamento que sirviera para “fortalecer la mente”. No existe ninguna sustancia que haga que los niños o adolescentes sean menos vulnerables a la influencia de sus amigos. Pero además no existe ningún medicamento que “cure” la homosexualidad, entre otras cosas porque no es una enfermedad, entonces no hay nada qué curar. Y también le dijo que las conductas sexuales no son aprendidas, lo que provocó que María Lesbia saliera del consultorio tirando puertas y maldiciendo. Pero su hija se quedó unos minutos hablando con el neuropsicólogo infantil, quien confirmó que ella ya tenía una orientación sexual clara y definida, pero que además estaba dispuesta a defenderla contra viento y marea.

Mi reacción cuando me contaron esta historia fue: “¡Esa es nuestra juventud: valiente y decidida!”.

Nota: Mi padre, que es muy respetuoso y jamás me ha ofendido, cree que la homosexualidad es algo que están “haciendo pasar como normal, pero que no lo es”. A pesar de toda la evidencia que le he mostrado, él no cambia de parecer (simplemente porque el que no quiere ver; no ve y el que no quiere oír; no oye). Por eso creo que la homofobia es un dogma.

En desventaja

Hace poco escuché decir a alguien que muchas becas educativas para personas en circunstancias de debilidad manifiesta se perdían por “la pereza” o la “falta de interés” de los beneficiarios. De una protesté. La generalización me pareció grosera y desconectada de la realidad.

He conocido casos de niños y jóvenes, en circunstancias de debilidad manifiesta, que simplemente no estudian porque para ellos estudiar es muy difícil. Y no es porque sean brutos, sino porque, por su vulnerabilidad, se les complica el aprendizaje. Las personas que viven y crecen en medio de la miseria, en medio de la violencia, son más proclives a los trastornos físicos y mentales. Estas personas no compiten en igualdad de condiciones con quienes han tenido las necesidades básicas satisfechas, acceso a la salud, acceso a una correcta educación desde la primera infancia, etc.

Desde que están en los vientres de sus madres empieza la desventaja. Una mujer embarazada que vive en un cordón de miseria está expuesta a muchos más peligros que el resto de mujeres embarazadas y esto puede ser determinante para la vida del ser humano que está por nacer: la mala alimentación, falta de atención médica, el consumo de sustancias durante su proceso de gestación, infecciones, etc., pueden causar problemas en el desarrollo.

Muchos niños de estos no reciben la atención que deberían, pues sus padres trabajan todos los días todo el día para llevar el pan de cada día (mucho de lo que comen no son alimentos, sino comestibles, que no es lo mismo). Estos niños a la deriva están expuestos a muchos peligros y son presa fácil de la delincuencia y de la drogadicción (muchas veces se consume para escapar de la realidad).

Hace poco conocí un joven indígena que me dijo: “para los blancos es muy fácil estudiar pero para nosotros no”. Él se siente torturado en el colegio, no solo porque le cuesta dificultad aprender al mismo ritmo de los demás, sino porque es discriminado y humillado por su etnia. Él maneja otras formas, otros lenguajes, su primera lengua no es el español y no recibió la formación necesaria desde niño para sobrevivir al sistema de educación hegemónico. Por lo tanto, sufre mucho. Y las posibilidades de que pueda pasar a una universidad pública son casi nulas y si pasa, por X o Y motivo, le va a costar mucho trabajo (si es que lo logra) sobrevivir a la educación superior.
Hacer afirmaciones como “pobre porque quiere”, “el pobre es perezoso” o “no quieren estudiar” son una muestra de total desconocimiento del campo social. Y son un insulto. Y culparlos por su forma de pensar es ignorancia y falta de empatía, pues como lo dijo Arnold Hausser: “El pensamiento de los hombres está determinado, mucho más decisivamente por su situación social que por sus ilusiones o por la reflexión consciente sobre su situación”.

Nota: Es evidente que el sistema educativo de Colombia profundiza las desigualdades.