Como te he soñado

Me acuerdo de que existes diez veces al día.

Y sonrío con tu recuerdo. Y me da una inmensa alegría pensar que existen personas como tú. Que el mundo sería un mejor lugar si tu forma de sentir fuera la predominante.

Soy consciente de la gran dosis de egoísmo  y de ingenuidad que implica pensar que el paraíso está poblado de seres que son como a uno le gusta que sean. Pero me es inevitable no pensarlo y sentirlo.

Quizás si no existiera tanto cafre, no te valoraría como te valoro.

Y espero solemnemente que te valoren. Pero sobre todo, espero que te valores. Y por eso me parece justo decirte lo increíble que eres; que sepas que no piensas ni sientes como cualquier oveja y me parece justo contarte que hay alguien que considera que eres mejor que cualquiera (sí, creo que hay seres humanos mejores que otros, y estoy convencido de que haces parte de los que no alardearían de su superioridad, quizás porque no son conscientes de ella y porque aquella superioridad no sirve para conseguir lo que el mundo más valora).

Muchas gracias por devolverme la esperanza, por demostrarme que sí hay personas como las he soñado. Muchas gracias por convertir mi ficción en no ficción.

Me encantaría amar y ser amado por alguien como tú.

¿Cuál es la mejor dieta?

La Academia Americana de Nutrición y Dietética (Aand), en su informe de 2016, no solo dice que las dietas vegetarianas (las dietas lacto-ovo-vegetarianas y veganas) son saludables, sino que afirma que ayudan a combatir enfermedades crónicas, además de ser ambientalmente sostenibles. También dice que son adecuadas para todas las etapas del ciclo vital (embarazo, lactancia, edad pediátrica, etc.). Lo curioso es que los médicos en Colombia abren los ojos de espanto cuando uno les dice que es vegetariano.
El documental Food Choices (lo encuentran en Netflix) pretende dar respuesta a través de la ciencia, no de la superstición, a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la mejor dieta para la especie humana? Sus principales fuentes son nada más y nada menos que las mayores autoridades del mundo en nutrición (científicos, no culebreros, ni sacerdotes, ni hippies, ni pastores).

Según la investigación, que además señala la poca formación en nutrición que reciben los médicos en el mundo, la mejor dieta para los seres humanos es una basada en vegetales y sin proteína animal. Lo ideal es obtener la mayoría de las calorías de los siguientes cuatro grupos de alimentos: frutas, verduras, cereales integrales y legumbres. La alimentación del ser humano debe ser rica en fibra y pobre en grasas, alimentos procesados y carbohidratos simples.

Es cierto que los seres humanos somos cazadores-recolectores. Pero también es cierto que hemos sido principalmente recolectores. Las poblaciones exitosas a lo largo de la historia han basado su dieta en arroz, maíz y patatas. En el pasado, la gente que podía acceder a la carne eran los que estaban en la cima de la pirámide social y eran los mismos que presentaban mayor incidencia de enfermedades arteriales y de obesidad. Esto no quiere decir que abstenerse de comer animales es sinónimo de salud: una dieta basada en carbohidratos simples, aceites y alimentos procesados tampoco le hace bien a nadie.

A muchos les da pánico dejar de comer productos de origen animal por la “muy probable” deficiencia de proteínas que sufrirán. Pero esto es un miedo infundado: “Es casi imposible diseñar una dieta deficiente en proteínas si uno está rodeado de alimentos vegetales variados”, dice el doctor Michael Greber, uno de los expertos en nutrición consultados por el documental. Resulta que el exceso de proteína, de cualquier tipo (vegetal o animal), es nocivo para los riñones y el hígado y, además, aumenta el riesgo de cáncer.

Los lácteos tampoco son buenos para la salud: son un coctel de hormonas de crecimiento que resultan saludables para un pequeño bovino, pero no para el ser humano (somos la única especie que bebe leche de otra especie). De los lácteos se puede obtener calcio, pero de las naranjas también (y se ahorra uno la grasa y el colesterol, además de que ingiere fibra).

Nota: no cambie su dieta (la idea no es que me crea sino que investigue por su propia cuenta y se asesore de expertos).

Chavismo y cristianismo

Si el desastre venezolano ha de servirle a alguien en Colombia, será a la extrema derecha. Ese será su caballito de batalla en la disputa por la presidencia en 2018: todo aquel que se les oponga será relacionado automáticamente con Venezuela. De hecho, es lo que han venido haciendo desde hace mucho tiempo y lo que les ayudó, en grandísima medida, a ganar el plebiscito. Pero la estrategia se radicalizará a medida de que se acerquen las elecciones presidenciales.
Cuando las fuerzas de la racionalidad acorralaron a Carlos Alonso Lucio en el debate del referendo discriminatorio, no le quedó más remedio que apelar al terror: dijo que no permitiría la “venezolización” de Colombia. Ellos saben perfectamente que “si se consigue hacer temblar a los hombres, se logrará hacerlos sumisos y confundir su razón” (Holbach). Y pues si alguien sabe de aterrorizar son los cristianos (recuerden que “el principio de la sabiduría es el temor de Dios”).

Esa misma estrategia fue empleada por un lector a quien no le gustó que yo dijera hace poco que las religiones embrutecían más que el opio. Este fue el comentario que me hizo por Twitter: “Comunistas oxidados Miren cómo anda Venezuela vuelta mierda con su asquerosa izquierda socialista en el poder”.

El autor de este comentario supone que yo soy defensor del régimen venezolano porque critico a las religiones. Pero, a diferencia del cristianismo, yo no tengo nada que ver con el chavismo.

Hugo Chávez fue explícito en señalar que el socialismo del siglo XXI tenía un “espíritu bolivariano, indigenista y cristiano”. En el programa Aló presidente No. 360 dijo que “el cristianismo y el socialismo pueden ir perfectamente tomados de la mano por los caminos de la historia”. El mesías chavista afirmaba que Cristo era socialista y, como buen populista, nunca perdió oportunidad para citar la Biblia y para mostrar con orgullo un escapulario que, según dijo, había heredado de su bisabuelo materno. Inclusive, marcó distancia del castrismo cuando dijo en 2007 que “Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no”. Maduro también ha hecho lo propio: “el Chavismo es el cristianismo en acción”, dijo en octubre del año pasado.

La relación entre las iglesias cristianas y Hugo Chávez no fue mala. En 2006 el presidente de la Fundación Martin Luther King de Venezuela, Reverendo Ramón Castillo, señaló que a pesar de la heterogeneidad de la comunidad evangélica venezolana, la gran mayoría de los cristianos han simpatizado con el presidente. Y ese mismo año, un grupo de organizaciones evangélicas (Unión Evangélica Venezolana, Red de Iglesias Cristianas de Venezuela, Iglesia Pentecostal Maranatha de Maracaibo, entre otras) apoyaron públicamente la reelección de Chávez.

Nota: el chavismo es un dogma y, por lo tanto, es igual de embrutecedor que el cristianismo, judaísmo, islam y demás religiones.